Este viernes, como tenía un rato libre y había ido a comer por la zona de Cuatro Caminos, en A Coruña, me fui a dar un paseo por El Corte Inglés. Entré por la zona de perfumería y me dirigía a la de libros, cuando vi en un mostrador el jabón de tocador que llevaba ¡cinco años! buscando (no se comercializó en España hasta el 2008). Como no había nadie para atender en el stand de Bvlgari, me acerqué a una chica de otra zona y le pedí si me podía atender. Fue muy amable y charlamos cuatro palabras. Cuando llegó el momento de pagar, le entregué la tarjeta de El Corte Inglés y la chica me dijo: «Tú eres de Vigo». Me quedé desconcertado. Le contesté que sí, mientras pensaba en qué podía haberlo notado. En la tarjeta no ponía nada, el DNI no se lo había enseñado y no creo que pudiera haber identificado mi acento, gallego pero un poco indefinido. La chica me dijo que ella también era de Vigo, de la zona del Calvario a lo que le contesté que yo había vivido por Balaídos, por lo que no éramos del mismo barrio. Ella se acordaba de mi cara. Le dije que hacía 10 años que me había marchado de Vigo y me contestó que ella hacía todavía más años que se había venido a vivir a Coruña. Yo he cambiado mucho desde hace diez años. Aunque sólo sea porque estoy más calvo, he engoradado, he cambiado de modelo de gafas y me he dejado barba.
Poco después llego al trabajo y le comento a mi jefe lo que me acaba de pasar. Él me contesta: «Ya sé quién es». Puedes imaginarte mi cara de asombro. Me describe a la persona, me dice su nombre y que hace 18 años que vive en Coruña. Además me dice que ella tiene mucha amistad con su familia.
Mi cara debió de ser un poema. Casualmente entro en El Corte Inglés porque tenía un rato libre (cosa bastante inusual). Casualmente encuentro algo que llevo 5 años buscando. Casualmente el puesto está vacío y hablo con otra persona para que me atienda. Casualmente esta persona me conoció hace 18 años y se acuerda de mí. Y casualmente mi jefe tiene amistad con ella.
Que me digan ahora que las casualidades no existen.
Poco después llego al trabajo y le comento a mi jefe lo que me acaba de pasar. Él me contesta: «Ya sé quién es». Puedes imaginarte mi cara de asombro. Me describe a la persona, me dice su nombre y que hace 18 años que vive en Coruña. Además me dice que ella tiene mucha amistad con su familia.
Mi cara debió de ser un poema. Casualmente entro en El Corte Inglés porque tenía un rato libre (cosa bastante inusual). Casualmente encuentro algo que llevo 5 años buscando. Casualmente el puesto está vacío y hablo con otra persona para que me atienda. Casualmente esta persona me conoció hace 18 años y se acuerda de mí. Y casualmente mi jefe tiene amistad con ella.
Que me digan ahora que las casualidades no existen.
2 comentarios:
mmm... yo sólo digo que esto no va a terminar así.
:)
¿Y qué más casualidades hubo? ¡Pillín!...Ja!Ja!Ja!
Fuera bromas... me parece una historia muy curiosa... para que luego digan...
Un abrazote ;-)
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